Los valores y la ética empresarial están tomando cada vez más fuerza.
El marketing ético es el marketing centrado en valores. Según Nielsen, en su Estudio de Consumidores Globales, éstos están dispuestos a poner su dinero donde está su corazón.
El impacto negativo que están dejando en el planeta la mayoría de empresas de producción y en general el consumismo errático, han llevado a los consumidores y a las mismas empresa a cuestionar su papel en todo este complejo panorama.
Cuando hace algunos años se empezó a hablar de marketing ético se mencionaba la necesidad de centrarnos en los valores asociados a las personas: su salud, bienestar, crecimiento personal y otros aspectos que estaban asociados a una visión netamente antropocentrista, donde el ser humano era el centro de todo.
Esta visión dejó por fuera aspectos como la compasión, la empatía y el bienestar de los demás, fueran o no seres humanos. Estos valores han sido fundamentales para que el ser humano comprenda que comparte este planeta con otros seres y que su bienestar es también el bienestar de los demás y no sólo el suyo propio.
El marketing ético moderno está asociado a una nueva forma de concebir el rol de todos nosotros como consumidores y el rol de las empresas y empresarios. La responsabilidad de nuestros actos superan nuestra esfera propia.
Lo que compramos, cómo lo compramos, cómo lo usamos, cómo lo desechamos y el origen de todos esos productos, servicios y experiencias tienen un impacto positivo, negativo o neutro en el medio ambiente, en el bienestar de otros seres y en nuestra salud física y emocional.
Atrás quedaron los tiempos en que una empresa sólo por tener buena reputación y una gran inversión en marketing y publicidad, ya era una empresa apta para ser elegida como primera opción por los consumidores.
La tendencia actual es a re-descubrir el sentido de las marcas y los productos, más allá de su interés económico.
El consumidor actual está exigiendo empresas responsables, éticas y a las que en realidad les importe no sólo el dinero, sino el bienestar de los demás en general: personas, animales y recursos naturales.
En América Latina hay una propensión del 63% a comprar productos de marcas socialmente responsables, según el mismo estudio de Nielsen.